La marihuana, utilizada tanto para fines recreativos como medicinales, afecta diversos procesos cognitivos y psicológicos. Estudios recientes muestran que el tetrahidrocannabinol (THC), su principal componente psicoactivo, impacta áreas del cerebro relacionadas con la motivación, recompensa y memoria.
Un 35% de los consumidores de cannabis son jóvenes de 18 a 25 años, cuyos cerebros aún están en desarrollo, lo que los hace más vulnerables a efectos negativos a largo plazo. Aproximadamente el 10% de los usuarios desarrollan un trastorno por consumo de cannabis, que puede deteriorar la memoria y las funciones ejecutivas, especialmente si empezaron a consumir en la adolescencia.
El consumo también está relacionado con problemas de salud mental, como la anhedonia (incapacidad para sentir placer) y el riesgo de episodios psicóticos. Estos efectos son más pronunciados en personas con predisposición a la psicosis y en consumidores crónicos. Además, la marihuana afecta la motivación y el desempeño en actividades cotidianas, alterando la capacidad de tomar decisiones.
Aunque se desconoce si los efectos son permanentes, algunos estudios sugieren que pueden disminuir con la abstinencia. Sin embargo, es crucial que los jóvenes, cuyos cerebros siguen desarrollándose, consideren los riesgos de su consumo prolongado.