El consumo del narcótico, en ocasiones, induce a la leucoencefalopatía, que supone el daño progresivo o la inflamación de la sustancia blanca del cerebro. “No es un trastorno muy usual, pero el efecto es muy peligroso y casi siempre mortal” explica a La Vanguardia Mari Carmen Sánchez, psicóloga profesional de Clínicas Cita, entidad especializada en casos de adicciones.
La leucoencefalopatía se puede presentar de distintas maneras: un nivel alterado de la conciencia, confusión, lenguaje y visión trastornada, fiebre o espasticidad (músculos contraídos) acompañados de la aguda degeneración de la materia blanca del cerebro.
La leucoencefalopatía supone el daño progresivo o la inflamación de la sustancia blanca del cerebro
Según un estudio publicado en la prestigiosa revista médica British Medical Journal , un hombre de 45 años se presentó en la sala de emergencias de un centro hospitalario de Malta con confusión y un comportamiento inusual. “No podía realizar tareas simples y no seguía órdenes. Movía las cuatro extremidades en un movimiento extraño”, explica la doctora Abdilla en el informe del BMJ.
El paciente, adicto a la cocaína, empeoró horas después, hasta entrar en estado catatónico. Aunque los análisis de sangre eran normales, una resonancia magnética reveló que partes de la sustancia blanca de su cerebro habían sido “devoradas”.
La sustancia blanca es aquella parte del sistema nervioso encargada de la correcta transmisión de la información cerebral. Se puede considerar que coordina la comunicación entre los diferentes sistemas del cuerpo humano, tanto dentro como fuera del cerebro. En la sustancia blanca predominan los axones de las neuronas, lo cual significa que estas zonas del encéfalo que son de color blanco, en esencia, son autopistas neuronales, zonas de comunicación entre partes del cerebro.
La sustancia blanca: una autopista neuronal que facilita la comunicación entre las partes del cerebro
Consecuencias físicas
A efectos leves, la psicóloga Sánchez apunta que la cocaína estimula el sistema nervioso, causando breves sentimientos de euforia, aumento de la vivacidad del sujeto, locuacidad (habla mucho) y un sentimiento de poder. Las víctimas del consumo también pueden resultar sudorosas, inquietas y mareadas, así como náuseas y vómitos.
Pero luego aparecen efectos más agudos. El aumento del ritmo cardíaco y la presión arterial puede conllevar a un ritmo anormal y ataques mortales, incluso en gente joven y saludable. Asimismo, el consumo desmesurado puede provocar convulsiones y derrames cerebrales.
Físicamente también podemos encontrar consecuencias hepáticas, renales, respiratorias, dermatológicas, neurológicas (donde se situaría la leucoencefalopatía o la hemorragia cerebral) y otorrinolaringólogas (úlceras nasales, perforación del tabique nasal o sinusitis).
Consecuencias psicológicas
El consumidor de cocaína, como detalla la especialista en adicciones, siente desconfianza, suspicacia, excitación, celos, irritabilidad evidente y agresividad, ansiedad, intranquilidad, tensión muscular, problemas de aprendizaje, de inteligencia y de personalidad, además de problemas familiares y económicos.
Fuente: www.lavanguardia.com